El reloj del alma
Cuando llega esta época del año la ilusión del tiempo comienza a adquirir una dimensión inigualable. El tiempo es tu mejor maestro, pero sólo tiene un defecto: “te mata”. Aprovechalo.
Algunas escrituras definen al tiempo como el aspecto destructor del universo; nada puede con el él. Sin embargo, los humanos hacemos casi una apología de la subestimación permanente del tiempo, siempre creemos que va a haber más: “tiempo al tiempo”, “más adelante veremos”, “ya lo voy a llamar”, “nos vemos el año que viene”…
Las creencias limitantes son atajos lingüísticos basados en una interpretación que hicimos en el pasado y hoy la vivimos como un hecho. En el caso del tiempo mucho obedece a una sopa cultural y social, que daría la pauta que nosotros tenemos la habilidad de manejar el tiempo. Entonces surgen para estos días las promesas: “En el 2016 voy a ir al gimnasio cuatro veces por semana”, “empiezo la dieta”, “dejo de fumar”, “empiezo francés”, etc. Un pequeño detalle a tener en cuenta es… ¿Dónde está la garantía que mañana vamos a estar? ¿Quién puede fehacientemente afirmarlo?
De aquí que el tiempo es una ilusión que menoscaba la perspectiva del ahora. ¿Para qué se decide poner en un futuro incierto algo que se puede comenzar acá y ahora? ¿Cuál es el objeto de la postergación? Si somos seres finitos, ¿para qué elegimos seguir viviendo en la insatisfacción?
La acción solo tiene lugar en el presente, entonces ¿para qué hacer balances solo de la mano del calendario? Hay patrones culturales que merecen ser conservados y otros, al menos ser sumergidos en el terreno de la duda. El estar enfocado 100 por 100 en el presente aleja de los “pendientes”. La mente errante suele perderse en la trampa del tiempo y así desperdiciar la oportunidad de estar vivos en vida. Sí, leíste bien, hay quienes eligen morir en vida cuando renuncian a su deseo, a sus anhelos más profundos, a emocionarse con la consecución de los logros propios.
Algunas personas no creen en la vida eterna, pero actúan como si existiera. Dan enormes vueltas a la hora de concretar, de tomar decisiones, de accionar… Se llevan mal con el tiempo, pero sobre todo, con lo que quieren. Entonces como el tiempo no es una energía renovable, un día, cansado de tanta indiferencia, mata. Le dice claramente al cuerpo que el tiempo destinado a vivir se terminó. Game over.
No hay revancha. Lo que quedó pendiente, quedó. Lo que no se eligió, lo que no nos atrevimos, lo que decidimos postergar, el llamado que no hicimos, el abrazo que no dimos, lo que no expresamos o dijimos, lo que no aceptamos, lo que negamos, lo que no vivimos pasará a ser alimento del mas despiadado veneno del alma: el olvido.
“No es que tengamos poco tiempo, es que perdemos mucho”. Seneca. No denigres el ahora, un día va a ser tu pasado.