No cualquiera
“No cualquiera se vuelve loco, esas cosas hay que merecerlas”, dice Cortázar tal vez como sabiendo lo complejo del atreverse.
No es para cualquiera estirar los límites de lo posible; emigrar a la frontera del miedo; descubrirse sin el amparo de lo seguro; saberse tan vulnerable a lo no esperado; tomar nota de lo efímero del vivir.
Claro que no. No es para cualquiera. Quién dijo que es fácil abstraerse del mundo de lo prolijo, máxime cuando ha sido promocionado asociado a lo correcto. Cómo voy a mojar los pies en el mundo helado de lo desconocido? Quién soy al final para decirme que es lo que está bien para mí?
No te confundas, no cualquiera. Supone un castigo irse del aula del destino donde solo se aprende lo concebido.
No cualquiera toma café con el deseo, lo mira a los ojos…y se entrega. No cualquiera.
El deseo ha sido disfrazado por los autoritarios como el plasma del pecado, la plataforma de la perdición; un habitante errante que solo vive en los baldíos de la humanidad.
No cualquiera se anima a pensar en grande y menos en si mismo. Saberse una oportunidad para el mundo y merecedor de la misma.
“Existe una cita, aún sin hora ni fecha,
Para encontrarnos, yo ahí estaré puntual,
No sé si tú.”
Tal vez, alguna vez nos embarquemos con la brújula vikinga de los cielos, donde gobierna la magia del misterio, la misma que impulsa a derrotar la creencia que vivir solo según las reglas, es vivir.
No cualquiera se anima a morirse para nacerse. De los que sí, es el reino de la trascendencia ya que solo se recuerda la valentía, el arrojarse.
Kant decía que “se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar”.
No cualquiera.