Quisiera
Quisiera.
Quisiera que un abrazo me salve.
Quisiera que fuera de los que lo hacen desde la abundancia del buen ser.
Quisiera brindar con los que se atreven porque de ellos es el reino del deseo.
Quiero abrazar muy fuerte a los que están solos, muy solos ,estando acompañados , por que de ellos es el reino de la resignación.
Quisiera aprender de los que saben estar en su buena propia compañía, los descubri en el contentamiento, tan pero tan lejos del conformismo.
Quisiera compartir un fuego con los que miran a los ojos y desde ahí ver su alma, abierta, clara invitando a tierras compasivas.
Quisiera vivir con los que escuchan, porque de ellos es el reino del presente.
Quisiera habitar en territorios desconocidos a sabiendas que la incertidumbre no garantiza resultados pero si procesos de aprendizaje.
Quisiera hablar con la muerte para decirle que me di cuenta que se lleva mas gente sin proyectos que enfermos.
Quisiera que en mi epitafio diga “Aquí yace un hombre genuino”.
Quisiera que mi paso por aquí abrace también a alguien que quiera ser salvado, sabiendo que el abrazo tiene forma de escucha, profundidad, mirada clara, y una gran dosis de entusiasmo, de esas que se experimentan solo cuando hay vida en vida.
Quisiera que mis palabras viajen como una botella en el mar y llegue a manos de los que son amigos del destino y a su vez apuestan a una sana y transformadora revolución que los libere de los mandatos que sus ancestros no supieron disolver.
Quisiera no desearte felices fiestas: quiero que tu Vida entera sea una fiesta y que desde allí no te olvides de los que alguna vez compartieron el pan de tu dolor. La historia no le hace monumentos a los ingratos. Es más, los ubica en el más trágico de los escenarios: el olvido.
Quisiera resignificar lo miserable de anhelar que solo tengas un buen año: se feliz toda tu vida, que tu tiempo no sepa de calendarios que escriben otros.
Con afecto, Roberto Rossi.