Somos seres históricos
Somos seres históricos. Nuestros antepasados son seres invisibles no ausentes. Viven en nuestro contexto emocional, en nuestro cuerpo y en nuestro lenguaje.
Somos seres históricos aunque muy probablemente nadie escriba nuestra historia que con el mayor de los éxitos, sobreviva un par de generaciones. Si esto lo incluimos en el marco de la eternidad entonces podremos tomar conciencia de la necesidad de estar atentos, vivos, alertas, despiertos a qué, porqué y para que nos sucede lo que nos sucede detrás de cada uno de nuestros preciosos latidos: el sonido maravilloso de la creación del ser humano.
Está muy claro que el sistema no educa para este tipo de exploración existencial. Nos educan para trabajar. No para pensar, reflexionar, advertir, cuestionar con profundidad. Precisamente el mundo no educa seres humanos en la vastedad del término.
Nos educan para trabajar para un sistema que además nos da recetas permanentes de felicidad que paradójicamente son usinas generadoras de vacío, Incomprensión , incertidumbre, exclusión emocional y afectiva y una dolorosa sensación de no pertenecer.
No es casual que ante el avance tecnológico se profundice la brecha de insatisfacción dado que el poner la atención en el afuera todo el tiempo nos aleja de nuestro propio centro: el mismo que aloja la posibilidad de elegir, ni más ni menos.
De manera que esta construcción que semeja azarosa en el dominio de la responsabilidad social ( ya que parecería que teniendo una salida laboral el resto se hace solo) nos involucra en el peor de los naufragios: aquél que pierde la bitácora del significado y el objetivo, la niebla de la ignorancia.
Y entonces, nos podríamos preguntar porque los estados no solidifican el aprendizaje de habilidades que nos acerquen a nuestra naturaleza humana para que el trabajo solo represente una actividad importante pero excluyente de nuestro devenir?
Y lo primero que se me viene a la cabeza es, les conviene? Le conviene a este sistema que nos instruyamos en el arte de ser humanos? Porque es contundente que los beneficios que darían ser timoneles de nuestras emociones, comunicaciones, relacionarnos con responsabilidad y respeto, dialogar haciéndonos maestros de la escucha, disenar amorosamente el espacio del nosotros, consensuar valores que nos conecten con propósitos superiores, ser conscientes del legado y honrar la naturaleza entre otras cosas harían de nuestra casa, el mundo fuera literalmente mejor.
Entonces, de nuevo si esto lo sabemos a quién le conviene que esto no se plasme?
La dominación económica es a priori un fenómeno cultural: te educo para que me seas funcional a lo que quiero y es cosa juzgada.
La Cotidiana #modo coaching pretende humildemente ser un espacio de contra cultura que apunte de una forma sencilla a los seres humanos que habitan detrás de sus roles sociales, sus etiquetas laborales, sus números de Cuit o Cuil, atravesar el muro del dedo que apunta y cambiarlo por la mano que abraza y siente.
En La Cotidiana queremos escribir en el alma colectiva las palabras de tu historia, con afecto.
Bienvenidos a este pequeño rincón del atreverse.