Un amigo

Hoy habrá seguramente muchos saludos sin sentido. Otros surgirán del pecado de lo temporal, aquél que viste de amistad solo un momento.

Hay algunos que disfrazan soledades con sus “amigos” de Facebook saludando a cualquier mortal al voleo.

Amigo viene de amar.

Y amar, es otra cosa. La amistad es una de las formas del amor y rebajarla al mundo de lo esporádico es en algún punto humedecer los cimientos mismos del amor.

Habrá quienes seguramente, en forma más privada, sentida, profunda renovarán su compromiso con la donación del plasma de la confianza con aquella persona que simbolice, tal vez aquella referencia de Atahualpa Yupanqui, cuando decía que un amigo “es uno mismo en el cuero de otro”.

Brindo con aquellos que en el nombre de lo genuino eligen no bastardear una palabra tan hermosa, tan llena de significado y sentido como amigo, de amar.

Quizás sean tiempos donde lo enraizado se confunda con lo volátil, lo cool o lo que da. Sin embargo la vida como trascendente que es, suele no obviar semejantes distracciones.

Más vale honra a quienes en su lealtad se instalan en el universo del dar con las condiciones reciprocas de sanidad que todo vínculo requiere.

Un amigo da paz con solo pensar en él. Es un refugio que no juzga aunque sí llama a la reflexión, porque es tan amigo que no se perdonaría vernos rodar en el abismo de la ignorancia.

Un amigo cabalga a nuestro lado llevando con sumo cuidado nuestro almacén de vulnerabilidades. Allí habitan nuestros secretos, dolores y fantasmas que reposan mansamente en manos amigas.

Un amigo ofrece siempre un espacio para crecer, el reto mismo del riesgo cuando entiende que allí donde estamos sufrimos.

Festeja nuestros logros como propios y eso enaltece a quien es capaz de celebrar el éxito de otro. Un amigo no es quien solo está en las malas porque justo ahí la relación se torna asimétrica: uno abraza al otro desde lugares diferentes del dolor. Celebrar el triunfo de un amigo habla de un corazón mucho más expansivo, libre de celos o envidias. Lleno, muy lleno de amor.

A veces lo cotidiano resta autoridad, por eso, tal vez hoy sea un buen momento para reconocer a aquellos que defienden y aman las banderas de nuestro ser sabiendo que ellas también son recorridas por turbulencias y carencias que desembocan en nuestra alma. Así, con nuestras heridas nos aceptan. Nos aman.

Felíz sentido día. De corazón a corazón.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *